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jueves, mayo 24, 2012

EL PATITO FEO


CLASIFICACIÓN:
VALORES - IGUALDAD
AUTOR:
Hans Christian Andersen
EDAD:
A partir de dos años
WEBGRAFÍA
http://www.pequeocio.com
QUE TRABAJAMOS:
La igualdad, el respeto.






Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos.
Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se juntaron ante el nido para verles por primera vez. Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los gritos de alegría de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aún no se había abierto.Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto , y también los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.
Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente patito, más grande que sus hermanos, pero ¡OH, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis…
La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feo y le apartó de ella con el ala mientras prestaba atención a los otros seis. El patito se quedo tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían… Pasaron los dias y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy rápido y era flaco y desgarbado, además de bastante torpe el pobre...
Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe. El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto, y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.
Así llegó a otra granja, donde una anciana le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también, porque la vieja era mala y solo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. Y también se fue de aquí corriendo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que querían dispararle.
Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también.
Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vió en el estanque, le respondieron:
- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondió:
-¡No os burléis de mí!. Ya sé que soy feo y flaco, pero no deberíais reír por eso…
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás como no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado.
¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne! Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre… FIN

EL LEÓN Y EL RATON


CLASIFICACIÓN:
VALORES - IGUALDAD
AUTOR:
Fabulas de Esopo
EDAD:
A partir de cuatro años.
WEBGRAFÍA
http: www.guiascostarica.com
QUE TRABAJAMOS:
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos


El sol de la tarde caldeaba las flores, hasta que empezaron a balancearse soñolientas y e! follaje de los árboles proyectó un cambiante dibujo de sombras sobre el suelo del césped del bosque. Reinaba el silencio, y todos los animales estaban tendidos, durmiendo cómodamente la siesta: todos, salvo el
ratoncito gris, que retozaba en la danzarina luz y en la sombra. Tan feliz se sentía en aquella dorada tarde estival.
Pero... ¡ay! Persiguió de manera tan alocada su propia cola, que chocó con el gran león, tendido perezosamente al pie de un árbol. El tonto ratón creyó que sólo había chocado con el tronco del árbol, y hasta que se topó con la nariz del león y sintió el aliento del gran animal, no comprendió lo que había hecho. FIN

LOS CUENTOS PARA NIÑOS Y PARA NIÑAS


CLASIFICACIÓN:
VALORES - IGUALDAD
AUTOR:
Desconocido
EDAD:
A partir de cuatro años
WEBGRAFÍA
www.cuentosinfantilescortos.net
QUE TRABAJAMOS:
La igualdad de genero







En un colegio, hace muchos años, daba clase la profesora María, una profesora firme, y que sabía mucho sobre lectura y lengua castellana.
Los niños de su clase la llamaban “profe”, y continuamente andaban de un lado para otro llamándola: “profe, profe!!“.
En la clase había catorce niños y catorce niñas, y aunque solían armar más jaleo los chicos, normalmente se portaban bien todos.
Un día, “la profe” María mandó leer un cuento infantil a unos de los niños, Pedro.
Pedro comenzó leyendo el cuento para niños, que decía así: “Existió una vez una princesa, que tenía un caballo llamado Veloz….”
El niño, antes de seguir leyendo, exclamó: “este es un cuento para niñas!!“, y toda la clase se empezó a reír. La profesora María interrumpió las risas diciendo: “Pedro, es un cuento infantil y vale tanto para niños, como para niñas. Piensa esto, ¿a los príncipes les gustan las princesas? Sí, ¿verdad? Pues entonces este es un cuento también para niños, ya que aparecen princesas, y cuando seáis mayores os gustarán.”
Pedro se quedó atónito con la explicación de la “profe”, y aprendió que tenía razón y no debía discriminar los cuentos infantiles por muy de niñas que pareciera, y siguió leyendo el cuento tan contento.
Después le tocó leer un cuento a una niña, Lucía. Esta vez tocaba leer un cuento infantil sobre un hombre que encontraba trabajo de camionero, y Lucía también se quejó, pero la profesora María le dijo lo siguiente: “¿Acaso a tí no te gusta comer chuches los fines de semana? Pues, esas chuches que te gustan tanto, son transportadas hasta la tienda en camiones por señores o señoras, como el camionero del cuento.”
Lucía entendió que por muy de chicos que pareciera un cuento, en realidad los cuentos infantiles son para niños y para niñas, porque lo que tratan de transmitir es un mensaje, la moraleja, y da igual si el que lee el cuento es un niño o una niña, porque todos van a aprender lo mismo. FIN

lunes, mayo 21, 2012

ELLA SI PUEDE




CLASIFICACIÓN:
VALORES - IGUALDAD
AUTOR:
Andrés Rodriguez Muñoz
EDAD:
A partir de tres años
WEBGRAFÍA
http://centros1pntic.mec.es
QUE TRABAJAMOS:
La igualdad de genero, el esfuerzo







Eran las ocho de la mañana e Inés ya se había despertado con el sonido de su reloj alarma ¡que yo creo, que a nadie le gusta!
- ¡Inés, espabila que tienes que hacer tu cama!- dijo su madre
- ¡Ya voy, mamá!
-Inés, su madre y su padre desayunaron tranquilamente las tostadas con mermelada y paté.
Entre tanto Inés dijo:
- Hoy, en la escuela, nos van a hacer un test sobre lo que queremos ser de mayores.
- Ya, pero ahora vas a ir a preparar la mochila y cepillarte los dientes para ir al colegio.
- Sí, mamá.
Cuando llegó, se dio cuenta de que ya no había gente en el patio y que había llegado tarde a clase. Subió las escaleras a toda velocidad y, cuando llegó a su clase, estaban repartiendo el test. Intentó decir A buenos días pero no pudo, porque estaba sin aliento. Así que dejó su cartera, se sentó en su pupitre y se puso a rellenar el cuestionario, cuando el profesor le preguntó:
- ¿Inés, por qué has llegado tarde?
- ¡¡Sí!! - dijo Inés dando un brinco en el pupitre - se me ha hecho tarde por el camino - contestó.
Cuando llegó el recreo todas las "cotillas" empezaron a comentar entre sí lo que habían puesto en el test.
- ¿Y tú qué has puesto, Inés? - preguntó la que bien se podía decir que era la jefa del grupo.
- Esto...yo...¡quiero ser bombero! - dijo por fin.
A todas les hizo gracia y se echaron a reír.
- ¿Te pasa algo? ¿Te has dado un golpe en la cabeza? ¿Te has comido un lápiz? - preguntó la más cotilla. Y las demás rieron la gracia como si se tratara de un chiste bueno.
Inés ya estaba a punto de reventar y tirarse encima de Laura. Pero cuando ya se estaba levantando... Sonó la campana de fin de recreo.
En la clase de mates Inés no se enteró de nada pues tenía la mente ocupada por lo que decían sus compañeras de lo que quería ser de mayor.
Al llegar a casa Inés estaba de mal humor y, para colmo, le hicieron un interrogatorio de agárrate y no te menees. Todo era:
- Inés, ¿qué tal el test? Inés, ¿qué quieres ser de mayor?
Inés echa una fiera corrió hacia su habitación. Sus padres se extrañaron.
Aunque ya han pasado bastantes años, Inés sigue queriendo ser bombero.
- ¿Estás segura? - le preguntó su madre.
- Claro que sí, mamá - contestó Inés.
- Hoy es el día de las pruebas de bombero.
- Ya lo sé, papá.
Inés partió con su padre y su madre al parque de bomberos.
Nuestra futura bombera se temía que el jurado no la aceptara por ser mujer. Pero tuvo el valor y siguió adelante. Llegó con una idea fija: "¡Ser bombero!".
Las pruebas no eran nada fáciles:
- No tener miedo al fuego.
- No tener vértigo.
- Saber subir una escalera.
Además de Inés se presentaba a las pruebas Jorge. Ambos hicieron el examen al mismo tiempo. Si soy sincero, las hizo mejor Inés, pues Jorge se cayó dos veces y casi vomita cuando estaba subiendo las escaleras.
Así que el trabajo se lo dieron a Inés, y a Jorge decidieron darle el puesto de conductor del camión cisterna.
Inés fue muy buena bombera, porque ya lo dice el refrán: "SI UNO QUIERE, UNO PUEDE". FIN

EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO


CLASIFICACIÓN:
VALORES - IGUALDAD
AUTOR:
Mark Twain
EDAD:
A partir de cuatro años
WEBGRAFÍA
http://sinalefa2.wordpress.com
QUE TRABAJAMOS:
Las clases sociales






Erase un principito curioso que quiso un día salir a pasear sin escolta. Caminando por un barrio miserable de su ciudad, descubrió a un muchacho de su estatura que era en todo exacto a él.
-¡Sí que es casualidad! – dijo el príncipe-. Nos parecemos como dos gotas de agua.
-Es cierto – reconoció el mendigo-. Pero yo voy vestido de andrajos y tú te cubres de sedas y terciopelo. Sería feliz si pudiera vestir durante un instante la ropa que llevas tú.
ntonces el príncipe, avergonzado de su riqueza, se despojó de su traje, calzado y el collar de la Orden de la Serpiente, cuajado de piedras preciosas.
-Eres exacto a mi – repitió el príncipe, que se había vestido, en tanto, las ropas del mendigo. Pero en aquel momento llegó la guardia buscando al personaje y se llevaron al mendigo vestido en aquellos momentos con los ropajes de príncipe.
El príncipe corría detrás queriendo convencerles de su error, pero fue inútil.
Contó en la ciudad quién era y le tomaron por loco. Cansado de proclamar inútilmente su identidad, recorrió la ciudad en busca de trabajo. Realizó las faenas más duras, por un miserable jornal. Era ya mayor, cuando estalló la guerra con el país vecino. El príncipe, llevado del amor a su patria, se alistó en el ejército, mientras el mendigo que ocupaba el trono  continuaba entregado a los placeres.
Un día, en lo más arduo de la batalla, el soldadito fue en busca del general. Con increíble audacia le hizo saber que había dispuesto mal sus tropas y que el difunto rey, con su gran estrategia, hubiera planeado de otro modo la batalla.
- ¿Cómo sabes tú que nuestro llorado monarca lo hubiera hecho así?
- Porque se ocupó de enseñarme cuanto sabía. Era mi padre.
Aquella noche moría el anciano rey y el mendigo ocupó el trono. Lleno su corazón de rencor por la miseria en que su vida había transcurrido, empezó a oprimir al pueblo, ansioso de riquezas. Y mientras tanto, el verdadero príncipe, tras las verjas del palacio, esperaba que le arrojasen un pedazo de pan.
El general, desorientado, siguió no obstante los consejos del soldadito y pudo poner en fuga al enemigo. Luego fue en busca del muchacho, que curaba junto al arroyo una herida que había recibido en el hombro. Junto al cuello se destacaban tres rayitas rojas.
-Es la señal que vi en el príncipe recién nacido! -exclamó el general.
Comprendió entonces que la persona que ocupaba el trono no era el verdadero rey y, con su autoridad, ciñó la corona en las sienes de su autentico dueño.
El príncipe había sufrido demasiado y sabía perdonar. El usurpador no recibió mas castigo que el de trabajar a diario.
Cuando el pueblo alababa el arte de su rey para gobernar y su gran generosidad él respondía: Es gracias a haber vivido y sufrido con el pueblo por lo que hoy puedo ser un buen rey. FIN

LA SILLITA PEQUEÑA



CLASIFICACIÓN:
VALORES - IGUALDAD
AUTOR:
Natalia Válcarcel Esparza
EDAD:
A partir de año y medio
WEBGRAFÍA
http://cuentosparadormir.com
QUE TRABAJAMOS:
No hay que reírse de nadie por ser diferente

Había una vez una sillita muy pequeñita. Que unas sillas cuadradas se reían que la sillita no fuera como ellas y la sillita pequeñita se ponía a llorar. Su mamá era del tamaño más grande que la silla pequeñita.

El papá les dijo no molesten a los que están llorando porque el papá era el rey de las sillas. Después las sillas dijeron: obsequiamos este frasco de moras a la sillita pequeñita por haber sido muy malas con ella y desde entonces fueron buenos amigos colorín colorado este cuento se ha terminado. FIN