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miércoles, mayo 16, 2012

LOS TRES CERDITOS



CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Desconocido
EDAD:
Todas las edades
WEBGRAFÍA
http://www.cuentacuentos.cc/
QUE TRABAJAMOS:
El valor del trabajo bien hecho

En un ancho valle vivían tres pequeños cerditos, muy diferentes entre sí, aunque los dos más pequeños se pasaban el día tocando el violín y la flauta. El hermano mayor, por el contrario, era más serio y trabajador.
Un día el hermano mayor del dijo: - Estoy muy preocupado por vosotros, porque no hacéis más que jugar y cantar y no tenéis en cuenta que pronto llegará el invierno. ¿Que haréis cuando lleguen las nieves y el frío? Tendríais que construiros una casa para vivir.
Los pequeños agradecieron el consejo del mayor y se pusieron a construir una casa. El más pequeño de los tres, que era el más juguetón, no tenía muchas ganas de trabajar y se hizo una casa de cañas con el techo de paja. El otro cerdito juguetón trabajó un poco más y la construyó con maderas y clavos. El mayor se hizo una bonita casa con ladrillos y cemento.

Pasó por aquel valle el lobo feroz, que era un animal malo. Al ver al más pequeño de los tres cerditos, decidió capturarlo y comenzó a perseguirle. El juguetón y rosado cerdito se refugió en su casa temblando de miedo. El lobo, al ver la casa de cañas y paja, comenzó a reírse.
- ¡Ja, ja! Esto no podrá impedir que te agarre -gritaba el lobo mientras llenaba sus pulmones de aire.
El lobo comenzó a soplar con tanta fuerza que las cañas y la paja salieron por los aires. Al ver esto, el pequeño corrió hasta la casa de su hermano, el violinista. Como era una casa de madera, se sentían seguros creyendo que el lobo no podría hacer nada contra ellos.
- ¡Ja, ja! Esto tampoco podrá impedir que os agarre, pequeños -volvió a gritar el malvado lobo.
De nuevo llenó sus pulmones de aire y resopló con todas sus fuerzas. Todas las maderas salieron por los aires, mientras los dos cerditos huyeron muy deprisa a casa de su hermano mayor.
- No os preocupéis, aquí estáis seguros. Esta casa es fuerte, He trabajado mucho en ella -afirmó el mayor.
El lobo se colocó ante la casa y llenó, una vez más, sus pulmones. Sopló y resopló, pero la casa ni se movió. Volvió a hinchar sus pulmones hasta estar muy colorado y luego resopló con todas sus fuerzas, pero no logró mover ni un solo ladrillo.
Desde dentro de la casa se podía escuchar cómo cantaban los cerditos:
- ¿Quién teme al lobo feroz, al lobo, al lobo? ¿Quién teme al lobo feroz?
Esta canción enfureció muchísimo al lobo, que volvió a llenar sus pulmones y sus carrillos de aire y a soplar hasta quedar extenuado. Los cerditos reían dentro de la casa, tanto que el lobo se puso muy rojo de enfadado que estaba.
Fue entonces cuando, al malvado animal, se le ocurrió una idea: entraría por el único agujero de la casa que no estaba cerrado, por la chimenea. Cuando subía por el tejado los dos pequeños tenían mucho miedo, pero el hermano mayor les dijo que no se preocuparan, que darían una gran lección al lobo. Pusieron mucha leña en la chimenea y le prendieron fuego. Así consiguieron que el lobo huyera. Los cerditos aprendieron después de esta aventura que:
ES IMPORTANTE HACER EL TRABAJO CON AFICION, SI DESEAS SALIR DE UNA DIFICIL SITUACION. FIN

LA LIEBRE Y LA TORTUGA



CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Esopo
EDAD:
A partir de cuatro años
WEBGRAFÍA
http://www.buscate.com.mx/
QUE TRABAJAMOS:
Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito

Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:

- Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competición.

Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.

Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.
 Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio cómo la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.

Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito. FIN

SELENA, LA HORMIGA



CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Desconocido
EDAD:
A partir de tres años
WEBGRAFÍA
www.guiainfantil.com
QUE TRABAJAMOS:
El esfuerzo tiene sentido si nos queda tiempo para amar


La historia pasó en un hormiguero muy bien escondido, repleto de ventanitas, donde se ven entrar y salir permanentemente a los movedizos habitantes durante todo el día.
Un verano, Margarita vio a una hormiga que se esforzaba de un modo original, y le llamó la atención. Era la hormiga Selena, hermana mayor de una numerosa familia de catorce hijos. Sus papás contaban con ella para que después del colegio o de jugar, los ayudara a juntar palitos, semillas y hojas que servían para alimentarse durante el invierno.
Ese verano en particular, Selena había trabajado mucho, porque su mamá se había ido de viaje unos días a visitar a Penina, una tía anciana que vivía en un hormiguero lejano.
Margarita nos contó que era en la otra punta del terreno. Selena deseaba que, al regresar, su mamá pudiera descansar y contarle todas las cosas que había visto en el camino.
Por eso, trabajó casi sin descansar juntando hojas, durante el tiempo que su mami no estuvo. Así, el depósito de la casa ¡había quedado repleto de palitos y hojas!
El día del regreso había llegado y Selena se esmeró aún más: preparó una bella mesa para tomar el té, con tarta de frutillas, su preferida, y cuando terminó dijo: “Voy descansar en el sillón hasta que mamá abra la puerta”.
Pero, tan, tan cansada estaba que se quedó dormida y cuando llegó Enriqueta (así se llamaba su mamá) ¡no la pudo despertar! Durmió casi un día entero.
Es que Selena se había esforzado al punto de quedar exhausta y no pudo disfrutar de lo que más deseaba... Al despertar, Enriqueta o Queta como le decían todos, estaba a su lado acariciándola y susurrándole:
- Mi laboriosa hormiguita, gracias por todo lo que te esmeraste, pero no era necesario que lo hicieras tu sola, estaban tus hermanos para ayudarte.
Al fin, pudieron conversar, Queta le contó el paisaje florido que había visto en el camino, y le trajo de regalo unas ricas hojas de arándano de la casa de Penina.
Selena había aprendido una gran lección: no olvidarse de descansar y de disfrutar, a pesar de lo que se propusiera hacer. Por eso, dijo:
Después de todo, lo primordial es compartir con los que amo lo mejor de mí. Y si sólo pienso en trabajar me pierdo lo importante. Selena siguió siendo una hormiga hacendosa pero más feliz.
Es que había aprendido que llevar la carga tiene sentido, si nos queda alegría y tiempo para amar. FIN

SEBAS, EL NUMERO UNO



CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Desconocido
EDAD:
A partir de tres años
WEBGRAFÍA
www.cuentosinfantilescortos.net
QUE TRABAJAMOS:
Siempre hay que luchar por nuestros sueños, y para ello hay que creer en un mismo, y ser perseverante


Aunque Sebas era un poco lento y le costaba mucho tiempo llegar a todos los sitios, él era muy trabajador y perseverante.

Cuando Sebas era un caracol muy pequeñín, siempre iba de la mano de su mamá de camino al colegio. El cole estaba a sólo 2 metros de su casa, y aún así tardaban más de una hora en llegar.

Sin embargo, para Sebas, el pequeño caracol, era el mejor momento del día, pues para alegrar la mañana a su mamá la caracola, iba cantando todo el camino.

Desde muy pequeño, Sebas se había distinguido del resto de los caracoles, en que cuando salía el sol, en lugar de salir a la calle para sacar los cuernos al sol y pasarse las horas muertas sin hacer nada, Sebas, se quedaba encerrado en su habitación cantando una y otra vez.

Pero en el país de los caracoles donde él vivía, no era muy valorado, de hecho le veían como a un bicho raro…

Así que cuando Sebas cumplió 18 años, cogió su maleta y se marchó al país de la esperanza, para poder ser lo que siempre había soñado, ser cantante.
Sebas tardó mucho tiempo en llegar al país de la esperanza, y una vez allí intentó hacer realidad su sueño, pero no pudo ser…

A los pocos meses, Sebas el caracol, tuvo que regresar a su país, pues se quedó sin dinero, ya que el país de la esperanza era muy muy caro, y Sebas era de una familia humilde.

Una noche, Sebas tuvo un sueño muy especial. Soñó que un cantante muy famoso se presentaba en su casa, y le decía que iba a ser uno de los concursantes elegidos para un programa de música…

Cuando Sebas se despertó dijo: “Vaya ha sido otro sueño más…”
Sin embargo, cuando estaba desayunando, el cartero llamó a la puerta, tenía un pequeño paquete envuelto. Sebas lo abrió inmediatamente, pues estaba intrigado.

- No me lo puedo creer! pero si es una invitación para participar en el programa de música: “el número uno”…

Sebas empezó a llorar de la emoción, pues se abría una nueva puerta en su vida, ahora estaría más cerca de alcanzar su sueño, ser un gran cantante, ser el numero uno. FIN


EL LÁPIZ MÁGICO DE LUIS


CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Desconocido
EDAD:
A partir de cuatro años
WEBGRAFÍA
www.cuentosinfantilescortos.net
QUE TRABAJAMOS:
El esfuerzo es necesario para sentirnos orgullosos

Había una vez un niño de 7 años llamado Luis que un día paseando por el parque del colegio, se encontró medio enterrado, un objeto que a simple vista no sabia muy bien lo que era…Luis se ayudó de un pequeño palo que había en el suelo para excavar y sacar aquel objeto enterrado. Después de unos minutos, Luis consiguió sacarlo y fue entonces cuando vio que sólo era un lápiz viejo.
“Vaya lo que he encontrado, sólo es un lápiz“, dijo desilusionado Luis.
A pesar de que no le gustó nada aquel lápiz, se lo llevó al día siguiente al colegio, sin saber que no era un lápiz cualquiera, sino que algo tenía de especial.
La profesora de matemáticas puso un examen sorpresa a primera hora del día, y Luis no se sabía la lección del examen, la verdad es que Luis era bastante perezoso para ponerse a estudiar y sus notas no superaban el 5.
Sin embargo, algo increíble le ocurrió a Luis durante el examen, a pesar de no saber ninguna de las respuestas, el lápiz movía la mano de Luis resolviendo cada uno de los problemas…
“¡No puede ser!“, dijo en voz baja Luis. “Luis si vuelves a hablar te suspendo el examen“, le dijo la profesora de matemáticas.
Luis fue el primero de la clase en terminar el examen, así que entregó el examen y se fue con su lápiz mágico al recreo.
Al cabo de unos días, la profesora de matemáticas dijo las notas del examen, para sorpresa de todos, Luis había aprobado el examen con un 10.
Luis se sintió muy bien por haber sacado tan buena nota en el examen, pero de repente pensó: “¿Pero por qué estoy orgulloso si yo no he hecho nada, ha sido el viejo lápiz?“.
Después de que Luis permaneciera más de 15 minutos pensando si estaba bien o mal, utilizar el lápiz mágico para hacer los exámenes sin ningún esfuerzo, decidió que nunca más lo volvería a utilizar, ya que estaba engañando a toda la gente y a él mismo, además así no esforzaría nunca.
Así fue, como Luis aprendió que el esfuerzo es necesario para sentirse orgulloso a la hora de alcanzar las metas, y que no es justo obtener la misma nota que otro compañero, sin estudiar. FIN

LA SOMBRILLA DE COLORES DE LA PLAYA


CLASIFICACIÓN:
                                            
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Desconocido
EDAD:
A partir de tres años
WEBGRAFÍA
www.cuentosinfantilescortos.net
QUE TRABAJAMOS:
Nos debemos esforzar por lo que deseamos

Como todos los veranos, Carlitos, junto a su hermana y sus padres, iban a la casa de la playa a pasar todo el verano, hasta que Carlitos y Laura comenzaran en septiembre de nuevo el colegio.
La familia solía ir todos los días a la playa así que solían levantarse muy temprano para ponerse en primera fila y no tener ninguna sombrilla delante de ellos.
Sin embargo, ningún día conseguían llegar los primeros,  ya que Carlitos era muy dormilón, y aunque tenía un despertador que al sonar despertaba a su vecino, no era suficiente para que se levantara de la cama.
Su madre, cuando veía que Carlitos no se había levantado siempre subía a su cuarto para llamarle y decirle que sino se levantaba se irían a la playa sin él, entonces como un rayo de rápido, se levantaba de la cama…
A Carlitos le gustaba jugar con su hermana en la orilla de la playa, le encanta hacer castillos de arena, sin embargo, sus padres no le dejaban ir porque su sombrilla estaba de las últimas y desde ahí no podían verlos.
Carlitos se enfadó mucho con sus padres y estuvo durante toda la mañana sentado bajo la sombrilla mirando hacia el mar sin mediar palabra.
Mientras que estaba sentado, Carlitos estaba pensando en el hombre que tenía una sombrilla de colores y que estaba en la primera línea de sombrillas. Y se decía a él mismo,”ya podía ser mi sombrilla la que estuviera allí en lugar de la sombrilla de colores de aquel hombre“.

De repente, una fuerte racha de viento provoco que la sombrilla de colores de aquel hombre saliera volando por toda la playa. Así que, Carlitos se levanto y corrió a poner su toalla en primera línea para jugar con su rastrillo y su pala.
Cuando pasado un buen rato regresó el hombre, tras haber recuperado su sombrilla de colores, se llevó una sorpresa, le habían quitado su sitio…
“Pero niño, ¿qué haces aquí si es mi sitio?” le preguntó el hombre.
Entonces, Carlitos le respondió: “pues como se ha ido, y no había nadie me he puesto yo”
El hombre al escuchar decir eso a Carlitos, se enfadó muchísimo, pero se controló y le dijo: “me levanto a las 8 de la mañana para venir a poner mi sombrilla y poder disfrutar toda la mañana de las vistas que tengo desde mi sombrilla, ¿a qué hora has llegado tú?”
Carlitos se quedó asombrado de lo que madrugaba el hombre para colocar su sombrilla de colores en la playa, y ahí fue cuando se dio cuenta que para conseguir las cosas que quieres tienes que esforzarte, tal y como hacía ese hombre levantándose tan temprano.
“Lo siento, yo pensaba que podía ponerme en este sitio“, le respondió Carlitos, recogiendo sus cosas, para volver a su sitio.
Al día siguiente, cuando sonó el despertador de Carlitos, no tuvo ninguna pereza en levantarse, pues aprendió que se debe esforzar para conseguir lo que desea. FIN

martes, mayo 15, 2012

LA CIGARRA Y LA HORMIGA


CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Fabulas de Samaniego
EDAD:
A partir de cuatro años
WEBGRAFÍA
http://www.guiascostarica.com
QUE TRABAJAMOS:
El esfuerzo es recompensado






El invierno sería largo y frío. Nadie sabía mejor que la hormiga lo mucho que se había afanado durante todo el otoño, acarreando arena y trozos de ra-mitas de aquí y de allá. Había excavado dos dormitorios y una cocina flamantes, para que le sirvieran de casa y, desde luego, almacenado suficiente alimento para que le durase hasta la primavera. Era, probablemente, el trabajador más activo de los once hormigueros que constituían la vecindad.
Se dedicaba aún con ahínco a esa tarea cuando, en las últimas horas de una tarde de otoño, una aterida cigarra, que parecía morirse de hambre, se acercó renqueando y pidió un bocado. Estaba tan flaca y débil que, desde hacía varios días, sólo podía dar saltos de un par de centímetros. La hormiga a duras penas logró oír su trémula voz.
—¡Habla! —dijo la hormiga—. ¿No ves que estoy ocupada? Hoy sólo he trabajado quince horas y no tengo tiempo que perder.
Escupió sobre sus patas delanteras, se las restregó y alzó un grano de trigo que pesaba el doble que ella. Luego, mientras la cigarra se recostaba débilmente contra una hoja seca, la hormiga se fue de prisa con su carga. Pero volvió en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Qué dijiste? —Preguntó nuevamente, tirando de otra carga—. Habla más fuerte.
—Dije que... ¡Dame cualquier cosa que te sobre! —rogó la cigarra—. Un bocado de trigo, un poquito de cebada. Me muero de hambre.
Esta voz la hormiga cesó en su tarea y, descansando por un momento, se secó el sudor que le caía de la frente.
— ¿Qué hiciste durante todo el verano, mientras ye trabajaba? —preguntó.
—OH... No vayas a creer ni por un momento que estuve ociosa —dijo la cigarra, tosiendo—. Estuve cantando sin cesar. ¡Todos los días!
La hormiga se lanzó como una flecha hacia otro grano de trigo y se lo cargó al hombro.
—Conque cantaste todo el verano —repitió—. ¿Sabes qué puedes hacer?
Los consumidos ojos de la cigarra se iluminaron.
—No —dijo con aire esperanzado—. ¿Qué?
—Por lo que a mí se refiere, puedes bailar todo el invierno —replicó la hormiga.
Y se fue hacia el hormiguero más próximo..., a llevar otra carga. FIN

ESFUERZO, EL GIGANTE INFINITO




CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Pedro Pablo Sacristán
EDAD:
A partir de tres años
WEBGRAFÍA
http://cuentosparadormir.com
QUE TRABAJAMOS:
La mejor forma de fortalecer la voluntad y hacer cosas que cuestan, es ponerte directamente hacerlas, sin pensar en el tiempo que llevaran

Hace muchos años, cuando en la tierra aún vivían los grandes gigantes, existió uno especialmente temible y poderoso. Pero a diferencia de otros gigantes, Esfuerzo no se dedicaba a devorar personas o provocar desastres: su única misión era defender la entrada al Palacio de las Lágrimas del Viento, un lugar mágico y maravilloso lleno de riquezas increíbles.
Muchos eran quienes deseaban conseguir las maravillas del palacio, pero para hacerlo había que vencer irremediablemente al temible Esfuerzo. Y en la lucha era invencible. Cuando alguien se paraba frente al gran jardín del palacio, cargando sus mejores armas, buscando con la mirada al gigante, y preparando su estrategia, el gigante parecía grande, aunque tampoco demasiado. Pero desde ese mismo momento, sin embargo, Esfuerzo comenzaba a crecer y crecer, a hacerse más y más rápido, más y más listo, más y más feroz, y sólo era cuestión de tiempo que acabara aplastando a sus rivales, por muchos escudos y armaduras que llevaran.
Incluso los más sabios e inteligentes habían fracasado estrepitosamente. Por mucho que cuidaran sus tácticas y prepararan sus ataques, el siempre creciente Esfuerzo los machacaba sin piedad.
Pero eso fue antes de Juan. Juan era un chico normal, y ni siquiera muy listo. Desde que había oído que en el Palacio de las Lágrimas del Viento encontraría la Fuente del Éxito y la Inteligencia, que los proporcionaba en abundancia a quien bebiera de ella, tenía clarísimo que lucharía contra el gigante. Así, pensando que no sería capaz de preparar una batalla basada en la astucia, ni de inventar la mejor de las estrategias, llegó ante el palacio, y antes de que el gigante estuviera a la vista, se lanzó hacia adelante atravesando los jardines a toda velocidad y llamando a gritos:
- ¡Esfuerzo! ¡Esfuerzo! ¡Dónde estás que te voy a machacar!
- ¡Choff!
¡Vaya! ¡Qué casualidad! En mitad de la batalla más importante de su vida acababa de pisar una caca...
Pero cuando al ir a limpiarse se fijó mejor, el joven se dio cuenta de que no era eso, y que lo que había pisado parecía más bien un bicho. Y mirando un poco más, descubrió que tenía el mismo aspecto que el gigante, pero con un tamaño diminuto.
Durante un buen rato estuvo esperando a Esfuerzo, pero este no apareció. Era imposible que no hubiera oído sus gritos al llegar, así que Juan comprendió lo ocurrido ¡Había sido el primero en derrotar al gigante! ¡Lo había aplastado, sin más, como a un gusano! Orgulloso y satisfecho por su hazaña, entró al palacio.
Tal y como le dijeron, en aquel lugar encontró el éxito, la inteligencia, y muchas cosas más. Y conoció a la Reina de los Vientos, quien le contó que ella misma había creado a Esfuerzo como un ser pequeño y débil que se hacía grande y fuerte con el miedo y el tiempo de sus rivales al contemplarlo, y que el secreto para poder regresar a su palacio cuando quisiera, sería no dar ni un segundo a Esfuerzo para hacerse grande.
Y aún hoy Esfuerzo sigue protegiendo la mayoría de las cosas buenas. Pero basta con no dejarle crecer ni un segundo, y ponerse a luchar contra él de inmediato para vencerle.FIN

lunes, mayo 14, 2012

KATRINA LA BRUJITA CAPRICHOSA




CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Pedro Pablo Sacristan
EDAD:
A partir de tres años
WEBGRAFÍA
http://cuentosparadormir.com
QUE TRABAJAMOS:
Laboriosidad, esfuerzo y austeridad. Evitar los caprichos


Katrina era la brujita más caprichosa y pedigüeña que se podía imaginar. Todo lo quería al momento y sin esfuerzo, y no dudaba en gritar y patalear para conseguir lo que fuera. Tanto, que de vez en cuando su papá agitaba la varita para concederle alguno de sus deseos. Hubo un día en que su papá estuvo tan concentrado en una de sus pociones que salió a toda prisa y olvidó la varita sobre la mesa. Así que la pequeña bruja no tardó en poner a prueba su magia.
Aquello era como un sueño para Katrina. La brujita no dejó de usar la varita mágica ni un solo momento, y ante ella aparecieron vestidos de princesa, príncipes encantados, duendes, animales y todo tipo de objetos mágicos y maravillosos, tantos como le dio tiempo a desear en un solo día.
A la mañana siguiente, un murmullo de quejas y lamentos despertó a Katrina. Adormilada, se asomó a la ventana, y apenas podía creer lo que veía: cientos de seres y criaturas del bosque protestaban enfadadísimos ante su casa. Caminó hasta la puerta y les preguntó qué deseaban.
- ¡Has secuestrado a mi tío! - gritaba un duende.
- Devuélveme mi dragón- protestaba un ogro.
-.¡Ahí está mi corona!- decía una dulce princesa.
Y así, todos cuantos se agolpaban a su puerta habían acudido allí para que Katrina les devolviera aquellas cosas que había hecho aparecer en su casa el día anterior, pues todas les habían desaparecido a sus propietarios. Algunos habían sufrido problemas muy gordos, y Katrina se sintió fatal por haber causado aquel estropicio.
Así, formaron una gran hilera, y uno a uno, les fue devolviendo todo lo que había hecho aparecer el día anterior, pidiendo disculpas por no haber pensado en las consecuencias de sus caprichos, y prometiendo su ayuda para reparar todos los daños que hubiera causado. Cuando, bien entrada la noche, le llegó el turno al último de la fila, Katrina descubrió con miedo que era su padre, quien venía a recuperar su varita.
Pero ya no estaba enfadado, porque gracias a aquella travesura, Katrina había aprendido que las cosas hay que conseguirlas con esfuerzo, porque nunca aparecen como por arte de magia, sino que siempre salen del trabajo y dedicación de alguien. FIN

LA HORMIGUITA


CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Joaquín García L
EDAD:
A partir de dos años
WEBGRAFÍA
htpp://cuentosdedoncoco.com
QUE TRABAJAMOS:
Haz lo necesario para lograr tu mas ardiente deseo, y acabaras lográndolo


Había una vez una pequeña hormiga que nació sin una patita, por lo que todas las demás le hacían burla y le decían que mejor se fuera a otro hormiguero, que ahí no servía para nada, ya que la hormiguita no podía ayudarlas en la construcción del hormiguero.
Afligida por el rechazo de sus compañeras decidió marcharse, pero, de pronto, un temblor derrumbó lo que con tanto esfuerzo las hormigas habían logrado construir, dejando a la reina atrapaba en esa gran montaña de tierra. Las hormigas tristes dieron por muerta a su reina y exclamaron: “Todo ha terminado” y se quedaron mirando solamente su obra derrumbada.
Sin embargo la hormiguita, a pesar de su problema, decidió escarbar y se pasó muchos días así, hasta que encontró a la reina con vida. Las demás hormigas se quedaron sorprendida de lo que fue capaz de hacer sólo para ayudar a una de las suyas sin importarle arriesgar su vida y a pesar de no tener una patita. Y desde ese día la hormiguita trabajo como cualquiera otra. FIN

COMODÍN, UN PAJARITO HOLGAZÁN


CLASIFICACIÓN:
VALORES - ESFUERZO
AUTOR:
Desconocido
EDAD:
A partir de tres años
WEBGRAFÍA
www.encuentos.com
QUE TRABAJAMOS:
Ser autónomos nos hace sentir bien






¡Mami tengo hambre! Se escuchó gritar desde el interior del nido.  – Calma hijito, no puedo volar más rápido. Contestó  mamá gorriona mientras se apresuraba a juntar con su pico todo el alimento que podía para sus pichones.
– ¡Es que tengo hambre mami! volvió a decir Comodín el gorrión.
– No entiendo porque no salís vos mismo a buscar tu alimento en vez de esperar que te lo traigan. Lo retó Picudita, su hermana mayor, quien iba y venía en busca de alimento para sus propios hijitos.
Comodín, ya no era un pequeño pichón que no podía salir del nido. En realidad, era un joven muy, pero muy perezoso. Sabía que su mamá lo consentía demasiado y que podía pedirle toda la comida que quisiera y así no tener que levantar vuelto.
Nuestro joven gorrión casi nunca volaba, decía que se cansaba mucho. A Comodín todo lo cansaba, lo único que le gustaba hacer era holgazanear en el nido.
A su padre le molestaba mucho la actitud de su hijo, pero la mamá, cometiendo un grave error, le daba todos los gustos.
Cada día que pasaba la situación era peor. Comodín crecía y crecía, pero seguía en el nido como sus hermanitos menores, quienes sí realmente eran pichones a los cuales había que alimentar en la boca.
– ¡Por todos los cielos! ¿Hasta cuándo te quedarás en este nido? ¡Ya no hay lugar para nadie Comodín, nos terminaremos cayendo todos! Rezongaba su papá.
El gorrión hacía oídos sordos a lo que le decía su padre. Era cierto que cada día ocupaba más lugar y todos estaban muy incómodos, pero a Comodín no le importaba. Mientras estuviera en el nido, seguiría sin hacer nada y su mamá lo seguiría alimentando como cuando era muy pequeño. Finalmente, lo que el papá del gorrión había dicho sucedió.
Un día el nido no soportó el peso. Había cinco pichones pequeños, Comodín que ya tenía un tamaño considerable y los papás que iban y venían trayendo comida.
De repente, cuando Comodín se disponía a dormir una siestita… ¡zas! Se cayó el nido, con tanta mala suerte que rebotó en la rama del árbol y salió disparado al aire.
En ese viaje impensando, todos aterrizaron en diferentes lugares. Los pequeños pichones quedaron en la copa del árbol, los padres en un árbol vecino y el pobre comodín en otro jardín.
Con los pequeños no hubo problemas, pues los papás volaron presurosos para rescatarlos y colocarlos en el nido que ahora estaba en otra rama lejana a la anterior.
La situación de Comodín era muy diferente. Había quedado en otro jardín, lejos de su familia. Por primera vez, tendría que arreglarse sin ayuda y no sólo para poder alimentarse, sino para reunirse nuevamente con los suyos.
– Caramba, caramba. Decía Comodín mientras se frotaba su pancita con las plumas. Parece que he comido demasiados cereales y semillas. Al fin y al cabo papá tenía razón.
Lo lógico hubiera sido que el gorrión saliese a buscar a su familia, pero se sintió cansado de haber volado por los aires y se dispuso a dormir una siesta.
Cuando se despertó había empezado a anochecer. Los papas habían salido a buscarlo sin éxito, por lo que Comodín seguía en el otro jardín.
– Bueno, será cuestión de volar y volver al nido no más. Dijo el gorrión y comenzó a prepararse para el vuelo de retorno.
No pudo elevarse. Su panza pesaba demasiado y las plumas estaban entumecidas por no haberse movido en tanto tiempo.
Comodín insistió un par de veces más, pero como de costumbre,  se cansó y se tendió en el piso. Una vez más se quedó dormido, pero su sueño esta vez no duraría demasiado.
- ¡Mira mamá un pollito marrón! – ¿Marrón? No hay pollitos marrones hijo, dijo la mamá gallina, quien daba un paseo con su hijo, cuando ambos encontraron a Comodín plácidamente dormido en el pasto.
– ¡Que es un pollito mami! Tiene plumas, tiene pico, es un pollito oscurito y muy gordo no más.
Mamá gallina no sabía qué hacer primero, si convencer a su pequeño hijo que el ave que dormía en el paso no era un pollito, o despertar al gorrión que dicho sea de paso roncaba mucho y desafinado.
Cuando por fin lograron despertarlo, Comodín les contó lo ocurrido y cómo había llegado hasta allí.
– Debes volver con tu familia, estarán muy preocupados. Dijo mamá gallina.
– Si he tratado de levantar vuelo, pero me cuesta no estoy acostumbrado.     
– Te dije mami es un pollito por eso no sabe volar. Agregó el pequeño que no terminaba de entender.
– No amiguito- respondió Comodín- soy un gorrión y debería poder volar, pero no lo he hecho en tanto tiempo, que ahora se me hace realmente difícil.
El pollito se sintió decepcionado al saber que se había equivocado, estaba realmente convencido que nuevo amigo era un pollo hecho y derecho.
 – ¿y por qué no vuelas? Preguntó mamá gallina.
 – Es mucho trabajo, mucho esfuerzo. Levantar vuelo, recorrer distancias, ir en búsqueda de comida. En fin, no es para mí.
 – Pues deberás esforzarte si querés volver con los tuyos. Le dijo muy seria la gallinita.
 Así fue que Comodín decidió quedarse un tiempo con la gallina y sus pollitos, mientras se ponía en forma para poder volar. 
Los problemas no tardaron en llegar. Comodín esperaba a que mamá gallina lo alimentara en la boca, cosa que por supuesto nunca ocurrió. Empezó a tener que procurarse su propio alimento. Papá gallo lo despertaba muy temprano con su  canto para hacer ejercicio y bajar de peso. Su vida, ya no era cómoda como antes.
Comodín veía como cada uno en la familia hacía su tarea, como se ayudaban entre sí y como cada uno también procuraba su alimento o lo que necesitara. De todos modos, él seguía prefiriendo no hacer nada y como esa forma de vida no le convencía, se fue.
No tardó mucho en darse cuenta que no se puede vivir holgazaneando, que sin esfuerzo, trabajo y voluntad nada se consigue, ni comida, ni refugio, ni volver a su hogar.
Ya nadie le alcanzaba el alimento, no tenía su abrigado nido donde descansar y extrañaba a su familia.
Por primera vez Comodín se puso a pensar cómo había llegado hasta allí. Primero le hecho la culpa a la rama en la cual rebotó el nido, haciendo volar a la familia por los aires. Luego se dio cuenta que, de no haber estado él allí, gordo por no hacer nada, eso no hubiese ocurrido. Ahora estaría con su familia y no solito y sin saber qué hacer.
Es bueno aprender de los errores y Comodín lo hizo. Para empezar, decidió volver con la familia de la mamá gallina, se puso a las órdenes de papá gallo, quien lo entrenó con mucho gusto. Ayudó a los pollitos a conseguir comida, a cuidar a los más pequeños y un montón de cosas más. 
Tanto se esforzó y trabajó que en poco tiempo estuvo en forma para volar con su familia. Le dolió mucho despedirse de sus amigos, quienes más allá de compañía y ayuda, le habían dado una lección que Comodín jamás olvidaría.
Cuando su familia lo vio llegar, no podía creerlo. Comodín estaba delgado, ágil, volaba como nunca antes y como si esto fuera poco traía el pico lleno de comida para ofrecer a los demás.
Desde que regresó, nuestro gorrioncito no paraba de trabajar y ofrecer su ayuda a los demás. Ahora sabía lo que es sentir el inmenso placer de valerse por uno mismo y había aprendido que pollito, gorrión, gallo o gallina, todos nos sentimos mucho mejor cuando hacemos algo, que cuando no hacemos nada. FIN