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CLASIFICACIÓN:
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VALORES - ESFUERZO
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AUTOR:
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Desconocido
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EDAD:
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A partir de tres años
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WEBGRAFÍA
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www.guiainfantil.com
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QUE TRABAJAMOS:
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El esfuerzo tiene sentido si nos queda
tiempo para amar
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La
historia pasó en un hormiguero muy bien escondido, repleto de ventanitas, donde
se ven entrar y salir permanentemente a los movedizos habitantes durante todo el
día.
Un
verano, Margarita vio a una hormiga que se esforzaba de un modo original, y le
llamó la atención. Era la hormiga Selena, hermana mayor de una numerosa familia
de catorce hijos. Sus papás contaban con ella para que después del colegio o de
jugar, los ayudara a juntar palitos, semillas y hojas que servían para
alimentarse durante el invierno.
Ese
verano en particular, Selena había trabajado mucho, porque su mamá se había ido
de viaje unos días a visitar a Penina, una tía anciana que vivía en un hormiguero
lejano.
Margarita
nos contó que era en la otra punta del terreno. Selena deseaba que, al
regresar, su mamá pudiera descansar y contarle todas las cosas que había visto
en el camino.
Por eso,
trabajó casi sin descansar juntando hojas, durante el tiempo que su mami no
estuvo. Así, el depósito de la casa ¡había quedado repleto de palitos y hojas!
El día
del regreso había llegado y Selena se esmeró aún más: preparó una bella mesa
para tomar el té, con tarta de frutillas, su preferida, y cuando terminó dijo:
“Voy descansar en el sillón hasta que mamá abra la puerta”.
Pero,
tan, tan cansada estaba que se quedó dormida y cuando llegó Enriqueta (así se
llamaba su mamá) ¡no la pudo despertar! Durmió casi un día entero.
Es que
Selena se había esforzado al punto de quedar exhausta y no pudo disfrutar de lo
que más deseaba... Al despertar, Enriqueta o Queta como le decían todos, estaba
a su lado acariciándola y susurrándole:
- Mi
laboriosa hormiguita, gracias por todo lo que te esmeraste, pero no era
necesario que lo hicieras tu sola, estaban tus hermanos para ayudarte.
Al fin,
pudieron conversar, Queta le contó el paisaje florido que había visto en el
camino, y le trajo de regalo unas ricas hojas de arándano de la casa de Penina.
Selena
había aprendido una gran lección: no olvidarse de descansar y de disfrutar, a
pesar de lo que se propusiera hacer. Por eso, dijo:
Después
de todo, lo primordial es compartir con los que amo lo mejor de mí. Y si sólo
pienso en trabajar me pierdo lo importante. Selena siguió siendo una hormiga
hacendosa pero más feliz.
Es que
había aprendido que llevar la carga tiene sentido, si nos queda alegría y
tiempo para amar. FIN
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