CLASIFICACIÓN:
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EMOCIONES - RABIA
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AUTOR:
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Robert Southey
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EDAD:
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De dos años.
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WEBGRAFÍA
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http:www.mediometro.com
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QUE TRABAJAMOS:
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No debemos enfadarnos
porque toquen nuestras cosas, tenemos que aprender a compartir
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Erase una vez una tarde, se fue Ricitos de Oro al bosque y se puso a
coger flores. Cerca de allí, había una cabaña muy bonita, y como Ricitos de Oro
era una niña muy curiosa, se acerco paso a paso hasta la puerta de la casita. Y
empujo.
La puerta estaba abierta. Y vio una mesa. Encima de la mesa había tres
tazones con leche y miel. Uno, era grande; otro, mediano; y otro, pequeño.
Ricitos de Oro tenía hambre, y probó la leche del tazón mayor. ¡Uf! ¡Está muy
caliente!
Luego, probo del tazón mediano. ¡Uf! ¡Está muy caliente! Después, probo
del tazón pequeñito, y le supo tan rica que se la tomo toda, toda. Había
también en la casita tres sillas azules: una silla era grande, otra silla era
mediana, y otra silla era pequeñita.
Ricitos de Oro fue a sentarse en la silla grande, pero esta era muy
alta. Luego, fue a sentarse en la silla mediana. Pero era muy ancha. Entonces,
se sentó en la silla pequeña, pero se dejo caer con tanta fuerza, que la
rompió. Entro en un cuarto que tenía tres camas.
Una, era grande; otra, era mediana; y otra, pequeña. La niña se acosto
en la cama grande, pero la encontró muy dura. Luego, se acostó en la cama
mediana, pero también le pereció dura.
Después, se acostó, en la cama pequeña. Y esta la encontró tan de su
gusto, que Ricitos de Oro se quedo dormida. Estando dormida Ricitos de Oro,
llegaron los dueños de la casita, que era una familia de Osos, y venían de dar
su diario paseo por el bosque mientras se enfriaba la leche.
Uno de los Osos era muy grande, y usaba sombrero, porque era el padre. Otro,
era mediano y usaba cofia, porque era la madre. El otro, era un Osito pequeño y
usaba gorrito: un gorrito muy pequeño.
El Oso grande, grito muy fuerte: -¡Alguien ha probado mi leche! El Oso
mediano, gruño un poco menos fuerte:
-¡Alguien ha probado mi leche! El Osito pequeño
dijo llorando con voz suave: se han tomado toda mi leche! Los tres Osos se miraron unos a otros y no
sabían que pensar.
Pero el Osito pequeño lloraba tanto, que su papa quiso distraerle. Para
conseguirlo, le dijo que no hiciera caso, porque ahora iban a sentarse en las tres
sillas de color azul que tenían, una para cada uno.
Se levantaron de la mesa, y fueron a la salita donde estaban las sillas.
¿Que ocurrió entonces? El Oso grande grito muy fuerte: -¡Alguien ha tocado
mi silla! El Oso mediano gruño un poco menos fuerte...
-¡Alguien ha tocado mi silla! El Osito pequeño dijo llorando con voz suave: se
han sentado en mi silla y la han roto!
Siguieron buscando por la casa, y entraron en el cuarto de dormir. El Oso
grande dijo: -¡Alguien se ha acostado en mi cama! El Oso mediano dijo:
-¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Al mirar la cama pequeñita, vieron en ella a Ricitos
de Oro, y el Osito pequeño dijo: -¡Alguien está durmiendo en mi cama! Se despertó
entonces la niña, y al ver a los tres Osos tan enfadados, se asusto tanto, que
dio un salto y salió de la cama.
Como estaba abierta una ventana de la casita, salto por ella Ricitos de
Oro, y corrió sin parar por el bosque hasta que encontró el camino de su casa. FIN
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