CLASIFICACIÓN:
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VALORES - AMISTAD
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AUTOR:
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Pedro Pablo Sacristan
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EDAD:
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A partir de dos años
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WEBGRAFÍA
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http:Cuentosparadormir.com
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QUE TRABAJAMOS:
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La amistad verdadera
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Hace mucho tiempo, en el país de las Gominolas
Mágicas, existían unos pequeños seres de colores llamados luckys. Eran
redondos, peludos y suaves, y muy divertidos y cariñosos. Nacían de las flores
más bellas, y eran una constante fuente de buena suerte para quienes estaban
cerca. Por eso todas las personas se hacían acompañar por su propio grupo de
luckys. Y competían por convertirlos en sus amigos ofreciéndoles juguetes,
golosinas y toda clase de regalos.
Bueno, todas menos Violeta, una niña que nunca quiso conseguir sus luckys
con regalos. Ella prefería tratarlos como verdaderos amigos, y se esforzaba en
darles mucho cariño, hacerles favores, hablar con ellos y preocuparse por sus
cosas... en resumen, necesitaba tanto tiempo para conseguir y cuidar a cada uno
de sus peludos amiguitos, que era con diferencia la persona con menos luckys.
Cierto día corrió la noticia de que bajo las cataratas de miel vivían miles
de luckys sin dueño, y la gente juntó regalos y golosinas para viajar hasta
allí en busca de más buena suerte. Violeta era muy feliz con los luckys que
tenía y no pensaba hacer el viaje, pero cuando vio que se quedaba sola, le pudo
la curiosidad y también emprendió el camino con alegría.
Pero cuando llegó a las cataratas sólo encontró personas tristes y
solitarias, sentadas junto a sus montones de regalos y golosinas. No había
rastro de los luckys.
- Ten cuidado, la catarata se ha tragado todos nuestros luckys- le advirtió
una mujer. - Se abre y los absorbe en un instante ¡Vete antes de que sea tarde!
Pero ya era tarde. Las cataratas se abrieron y cerraron con gran ruido. Sin
embargo, al mirar a su alrededor, buscando a sus luckys, no faltaba ninguno de
sus queridos amigos.
- No se los ha tragado - decían todos sin creérselo, formando un corro
alrededor.
Antes de que pudieran hablar mucho más, las cataratas volvieron a abrirse.
Esta vez se mantuvieron abiertas por más tiempo, y permitieron ver en su
interior a todos los luckys felices y contentos rodeados de los mayores y
mejores regalos que se pudieran imaginar. Cuando las aguas se cerraron, los
luckys de Violeta seguían junto a ella.
Finalmente, las aguas se abrieron una tercera vez, manteniéndose abiertas,
y un hombre de aspecto raro y divertido habló a los luckys con dulce voz.
- Venid conmigo, pequeños luckys. Aquí tendréis más y mejores cosas de lo
que nunca podáis imaginar ¡Seremos grandes amigos!
La propuesta era tan tentadora que Violeta dijo:
- Podéis ir con él si queréis, chicos. Este sitio tiene una pinta
estupenda. No me extraña que les haya gustado a los demás luckys.
Pero ni uno sólo de sus luckys se separó de ella. Se abrazaban tanto a su
amiguita, que nadie dudó de que para aquellos pequeños lo verdaderamente
estupendo era estar con la niña.
-¡Voy a recuperar a mis luckys! - dijo entonces un niño, dirigiéndose a la
cascada.
Aquel niño fue el primero en decirlo, pero todos conocían las “locuras” de
Violeta con los luckys, y supieron en seguida lo que tenían que hacer para
recuperarlos. Y uno a uno fueron entrando bajo la cascada para dar a sus luckys
el cariño, la atención y la generosidad que los hiciera verdaderos amigos
suyos, y no de los regalos que solían hacerles. FIN
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