CLASIFICACIÓN:
|
EMOCIONES
- TRISTEZA
|
AUTOR:
|
Pedro
Pablo Sacristán
|
EDAD:
|
A
partir de dos años
|
WEBGRAFÍA
|
http://cuentosparadormir.com
|
QUE
TRABAJAMOS:
|
Esfuerzo
y alegría, evitar los lloros
|
Lagrimita Joe era un niño con una habilidad especial: podía ponerse a
llorar en menos de un segundo. Si algo no le gustaba, o le resultaba difícil, o
si alguien le contrariaba, Lagrimita Joe no tardaba en poner cara de pena y
mostrar grandes lagrimones rodando por sus mejillas. Así conseguía
prácticamente todo lo que quería, porque no había quien resistiera la pena que
daba su carita llena de lágrimas.
Pero un día, Lagrimita Joe conoció a Pipo. Se lo encontró pidiendo unas
monedas a cambio de ayudar en lo que fuera a las personas que caminaban por la
calle. Pipo era muy pobre, y no tenía casa ni familia, así que se ganaba la
vida como podía. Sin embargo, siempre mostraba una gran sonrisa de oreja a
oreja.
A Joe le cayó simpático aquel niño, así que decidió echarle una mano para
conseguir algo de dinero. Se acercó al lugar en que estaba Pipo, se quitó el
sombrero, lo puso junto a sus zapatos, y comenzó a llorar poniendo su
penosísima cara de pena.
¡Menudo éxito! En unos pocos minutos, el sombrero de Lagrimita Joe estuvo
lleno de monedas y golosinas. Pero cuando se lo ofreció a Pipo, éste lo
rechazó.
- Prefiero merecerme lo que tengo- respondió con su habitual sonrisa-. Es
mucho más divertido esforzarse por conseguir las cosas. ¿Sabes? Hoy he bañado a
un perro, he recogido cientos del clavos con un imán, he ordenado un armario de
pinturas, he acompañado a una señora ciega por el parque... puede que no haya
conseguido todo lo que quería, pero he hecho muchas cosas interesantes ¿Y tú? ¿Te
lo has pasado bien?
Lagrimita Joe no contestó, y se marchó triste. Había conseguido todo lo que
quería, pero no había hecho prácticamente nada interesante en todo el día. Ni
siquiera se lo había pasado bien: casi todo el tiempo había estado llorando.
Aquella tarde, ya en su casa, Joe pidió cenar un riquísimo pastel. Cuando
su mamá le dijo que no, trató de echarse a llorar, pero al recordar al alegre
Pipo y ver su propia cara de pena reflejada en el espejo, no pudo hacerlo.
¿Cómo desaprovechar aquella ocasión de hacer algo interesante?
Así que trató de conseguir el pastel de otra forma. Y para sorpresa y
alegría de sus padres, dedicó toda la tarde a ayudar a su mamá a ordenar y
etiquetar la despensa, a regar las plantas y a colocar los libros de la
biblioteca.
Sin embargo, al final no hubo pastel. Pero tampoco fue tan terrible, pues
Joe descubrió que había sido mucho más divertido hacer todas aquellas cosas que
haber pasado la tarde llorando sólo para conseguir cenar un pastel que ni
siquiera se habría merecido. FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por ser lectores fieles Cuenta cuentos para educar.