CLASIFICACIÓN:
|
VALORES
- SINCERIDAD
|
AUTOR:
|
Pedro
Pablo Sacristán
|
EDAD:
|
A
partir de tres años
|
WEBGRAFÍA
|
http://cuentosparadormir.com
|
QUE
TRABAJAMOS:
|
Honradez
y juego limpio.
|
Había una
vez un niño al que lo que más le gustaba en el mundo era ganar. Le gustaba
ganar a lo que fuera: al fútbol, a los cromos, a la consola... a todo. Y como
no soportaba perder, se había convertido en un experto con todo tipo de
trampas. Así, era capaz de hacer trampas prácticamente en cualquier cosa que
jugase sin que se notara, e incluso en los juegos de la consola y jugando solo,
se sabía todo tipo de trucos para ganar con total seguridad.
Así que ganaba a tantas
cosas que todos le consideraban un campeón. Eso sí, casi nadie quería jugar con
él por la gran diferencia que les sacaba, excepto un pobre niño un poco más
pequeño que él, con el que disfrutaba a lo grande dejándole siempre en
ridículo.
Pero llegó un momento en que el niño se
aburría, y necesitaba más, así que decidió apuntarse al campeonato nacional de
juegos de consola, donde encontraría rivales de su talla. Y allí fue dispuesto
a demostrar a todos sus habilidades, pero cuando quiso empezar a utilizar todos
esos trucos que sabía de mil juegos, resultó que ninguno de ellos funcionaba.
¡Los jueces habían impedido cualquier tipo de trampa!
Entonces sintió una vergüenza enorme: él era bueno jugando, pero sin sus trucos, fue incapaz de ganar a ninguno de los concursantes. Allí se quedó una vez eliminado, triste y pensativo, hasta que todo terminó y oyó el nombre del campeón: ¡era el niño pequeño a quien siempre ganaba!
Entonces se dio cuenta de que aquel niño había sido mucho más listo: nunca le había importado perder y que le diera grandes palizas, porque lo que realmente hacía era aprender de cada una de aquellas derrotas, y a base de tanto aprender, se había convertido en un verdadero maestro.
Entonces sintió una vergüenza enorme: él era bueno jugando, pero sin sus trucos, fue incapaz de ganar a ninguno de los concursantes. Allí se quedó una vez eliminado, triste y pensativo, hasta que todo terminó y oyó el nombre del campeón: ¡era el niño pequeño a quien siempre ganaba!
Entonces se dio cuenta de que aquel niño había sido mucho más listo: nunca le había importado perder y que le diera grandes palizas, porque lo que realmente hacía era aprender de cada una de aquellas derrotas, y a base de tanto aprender, se había convertido en un verdadero maestro.
Y a partir de entonces,
aquel niño dejó de querer ganar siempre, y pensó que ya no le importaría perder
algunas veces para poder aprender, y así ganar sólo en los momentos
verdaderamente importantes. FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por ser lectores fieles Cuenta cuentos para educar.