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CLASIFICACIÓN:
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VALORES - ESFUERZO
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AUTOR:
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Pedro Pablo Sacristan
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EDAD:
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A partir de tres años
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WEBGRAFÍA
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http://cuentosparadormir.com
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QUE TRABAJAMOS:
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Laboriosidad, esfuerzo y austeridad. Evitar
los caprichos
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Katrina
era la brujita más caprichosa y pedigüeña que se podía imaginar. Todo lo quería
al momento y sin esfuerzo, y no dudaba en gritar y patalear para conseguir lo
que fuera. Tanto, que de vez en cuando su papá agitaba la varita para
concederle alguno de sus deseos. Hubo un día en que su papá estuvo tan
concentrado en una de sus pociones que salió a toda prisa y olvidó la varita
sobre la mesa. Así que la pequeña bruja no tardó en poner a prueba su magia.
Aquello
era como un sueño para Katrina. La brujita no dejó de usar la varita mágica ni
un solo momento, y ante ella aparecieron vestidos de princesa, príncipes
encantados, duendes, animales y todo tipo de objetos mágicos y maravillosos,
tantos como le dio tiempo a desear en un solo día.
A la
mañana siguiente, un murmullo de quejas y lamentos despertó a Katrina.
Adormilada, se asomó a la ventana, y apenas podía creer lo que veía: cientos de
seres y criaturas del bosque protestaban enfadadísimos ante su casa. Caminó
hasta la puerta y les preguntó qué deseaban.
- ¡Has secuestrado a mi
tío! - gritaba un duende.
- Devuélveme mi dragón- protestaba un ogro.
-.¡Ahí está mi corona!- decía una dulce princesa.
- Devuélveme mi dragón- protestaba un ogro.
-.¡Ahí está mi corona!- decía una dulce princesa.
Y así,
todos cuantos se agolpaban a su puerta habían acudido allí para que Katrina les
devolviera aquellas cosas que había hecho aparecer en su casa el día anterior,
pues todas les habían desaparecido a sus propietarios. Algunos habían sufrido
problemas muy gordos, y Katrina se sintió fatal por haber causado aquel
estropicio.
Así,
formaron una gran hilera, y uno a uno, les fue devolviendo todo lo que había
hecho aparecer el día anterior, pidiendo disculpas por no haber pensado en las
consecuencias de sus caprichos, y prometiendo su ayuda para reparar todos los
daños que hubiera causado. Cuando, bien entrada la noche, le llegó el turno al
último de la fila, Katrina descubrió con miedo que era su padre, quien venía a
recuperar su varita.
Pero ya
no estaba enfadado, porque gracias a aquella travesura, Katrina había aprendido
que las cosas hay que conseguirlas con esfuerzo, porque nunca aparecen como por
arte de magia, sino que siempre salen del trabajo y dedicación de alguien. FIN
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