CLASIFICACIÓN:
|
VALORES - SINCERIDAD
|
AUTOR:
|
Desconocido
|
EDAD:
|
A partir
de tres años
|
WEBGRAFÍA
|
http://wwwencuentos.com
|
QUE
TRABAJAMOS:
|
La mentira
|
Federico
era un hermoso niño; pero toda la gente de la aldea lo llamaba Federiquillo, el
mentirosillo. Cuando por la noche veía volar un murciélago, gritaba
escandalizado:
- ¡He
visto volar un dragón en persona! Y, cuando después de jugar un buen rato en el
jardín de su abuela, afirmaba -grave y firmemente – que había arrancado,
durante horas enteras, las peores malezas de la tierra.
-Federiquillo, ¡di la verdad! -lo reprendía su
madre y, a su vez, Federiquillo gritaba indignado:
-¡Mamá, esta es le pura verdad!
Es y seguirá siendo Federiquillo, el
mentirosillo -decía enojado su padre; y recurría de vez en cuando al severo
castigo.
Un día,
apareció hecho trizas el tazón preferido del padre:
-Federiquillo, ¿qué has hecho? -gritó su
madre.
-Nada -mintió el niño. Estaba en la cocina
cuando vi cómo la mesa empezaba a moverse. Todos los tazones saltaron y el de
papá, más alto que ninguno. De pronto empezó a dar círculos, resbaló, cayó y se
rompió. ¡Lo he visto con mis propios ojos!
-¡Mientes! Y lo más triste es que tú mismo
crees tus mentiras. ¡Ojala se te erizaran los cabellos cuando no digas la
verdad! -¡Yo no miento nunca! -gritó Federiquillo, y se puso a patalear.
Entonces, sintió sobre su cabeza un raro cosquilleo; y percibió un rumor en sus
oídos, como cuando el gato ronronea. Se llevó las manos a los cabellos. ¡Se
habían rizado! Obstinado, se dirigió al cuarto de su madre, cogió las tijeras y
quiso cortarse los cabellos. Pero no pudo: eran tan fuertes como alambres.
-¡Madre, yo he sido quien ha roto el tazón!
-gritó horrorizado.
Al momento, se normalizaron sus cabellos y se
le enrollaron en suaves rizos, recuperando su belleza. Y así sucedió desde
entonces: si mentía, se le erizaban los cabellos ferozmente. Y cuando después
decía la verdad, volvían a la normalidad. Pero si esto sucedía en la escuela,
tenía el inconveniente de que se burlaba de él toda la clase, puesto que le
gritaban:
-¡Federiquillo, el mentirosillo!
¡Federiquillo, el mentirosillo!
Gracias a ello, Federico perdió la costumbre
de mentir. Y sus padres se sintieron felices. Su madre le regaló un libro de
cuentos; y su padre, una ejemplar historia de ladrones.
Esta dio
mucho que pensar al niño. Los ladrones de la historia negaban cuanto se les
antojaba. Pero, al final, recibían muy severos castigos; y después ya no podían
decir ninguna palabra más. FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por ser lectores fieles Cuenta cuentos para educar.